El rey papa

Hay un personaje que, si bien reconozco que no inventé, me lo robé y le inventé un mundo alrededor, es el Rey papa... Siempre que quiero pensar en algo infantil, aparece él... Cada tanto voy a subir algunas de sus peripecias, espero las disfruten.

PD: Adjunto tambien un dibujo del rey en cuestion


Las Increibles Aventuras del Rey Papa y sus súbditos, las bolitas de carne

Esa mañana el rey papa no se sentía bien. Había tenido una pesadilla que lo preocupaba en la cual sus súbditos de bolitas de carne entraban en su cuarto y le exigían abandonar la corona, diciendo: “Rey papa, nos tiene cansados tu prepotencia, debes dejar el reino inmediatamente, entregar tus pertenencias, renunciar al castillo y devolvernos la corona”.

El rey papa se extraño de su sueño pues él creía siempre haber intentado hacer felices a sus súbditos, de una manera u otra ¿realmente merecía lo que le pasaba en el sueño? Es cierto que su debilidad por los lujos y las cenas ostentosas lo llevaron muchas veces a dejar de lado las quejas de su pueblo para satisfacer sus deseos, pero ¿su pueblo llegaría alguna vez a semejante desesperación? Y cuanto mas pensaba en esto, el Rey Papa se convencía cada vez mas de que su sueño no había sido un sueño normal: Era una premonición.

Se levanto del lecho real y deambuló sin sentido por su lujoso recinto, dando vueltas desde una punta hasta la otra, mientras recordaba que en dos semanas eran las fiestas de caballería en el reino, y que todo el pueblo estaría allí, por lo tanto él tendría que felicitar a la bolita de carne triunfadora.

“Me atacaran, estoy seguro!”, Se decía, cada vez mas convencido de la traición que sufriría por parte de alguno de sus lacayos. No tenía mas opción, debía disimular, hasta encontrar al malhechor.

- ¿Que os ocurre Rey papa?, ¡os noto preocupado!- El Rey papa se sobresaltó al escuchar que le hablaban, apenas había notado que abrieron la puerta.

- Mmh, nada, nada mi fiel escudero, simplemente un mal sueño, eso es todo, prepare mis corceles con riendas de oro y espuelas de cristal, se me antoja dar un paseo por mis tierras!-

- ¡Como ordene, su majestad!-

Mientras sus súbditos de bolitas de carne le preparaban su corcel, perfumándole las crines, el Rey papa por su parte se puso a desayunar sus pasteles preparados con los mejores chocolates de la comarca que solo el tenía permitido comer. Acompañados, como siempre, por zumos de las frutas mas codiciadas del lejano oriente que el rey papa pudo conseguir gracias al aumento de los impuestos que había decretado hace solo unos meses (“Después de todo lo que hice, me merezco unos lujos”, se decía cada vez que sus consejeros le rendían cuentas con respecto a los pagos del pueblo). Esa mañana, mientras comía, siguió pensando en la pesadilla, y se preguntaba si sus súbditos del castillo serían capaces de semejante desacato, semejante falta de respeto a la autoridad.

“Ellos jamás se atreverían”-susurraba por lo bajo, sin estar del todo seguro- “yo soy el rey papa, el ser mas poderoso de este reino, nadie intentaría desafiarme, nunca”, se repetía y sonreía mientras se ponía sus anillos de perlas que siempre le daban un toque especial.

- Oh, escudero! –

- Si, su majestad –

- ¿Me respetas? –

- Por supuesto – Dijo el escudero, que parecía sorprendido por la pregunta – Usted es el Rey papa, y para mi es un honor supremo el poder servirle... –

- Si, si, esta bien, escudero, pero, dime... ¿Me eres fiel? ¿Eres leal a la corona? –

- Su alteza, hace ya ocho generaciones que mi familia sirve en todas circunstancias al reino, y yo entrego mi vida por el rey y mi familia sin dudas o miramientos algunos... –

Esta conversación (Que duró unas largas horas, con preguntas y respuestas bastantes similares) dejo mas tranquilo al Rey papa.

Una vez terminado el almuerzo real, y luego de divertirse con sus bufones, y cruzar algunas palabras con su asistente el tomate quien se veía tan preocupado como siempre, el Rey papa dijo:

-¡Oooh, escudero!-

- Ordene, su majestad –

-¿Están listos mis caballos?-

-Si, su majestad-

- Esplendido, procedamos al paseo entonces-

Ayudado por dos bolitas de carne que sostenían las riendas del pura sangre, el Rey papa montó su corcel. Y comenzó a cabalgar, escoltado por su bolita de carne mas fiel, alejándose así del castillo.

- ¿Hacia donde desea dirigirse su majestad esta tarde?- Pregunto cortésmente el escudero -¿Desea visitar el lago?-

- No precisamente, fiel escudero- El Rey papa sonreía, pero sus ojos parecían ocultar algo mayor, una determinación que sin dudas probaba su infinita inteligencia.

- Oh, ¿Desea acaso visitar sus campos y viñedos?-

- No, no quiero que mi presencia detenga el trabajo de los cosechadores-

-¡Entonces al Jardín Real!-

-No, no, escuchadme bien, fiel escudero, hoy iremos a otro lugar... Hoy iremos al bosque-

- Su majestad, ¿se refiere al bosque de Westhills?- Preguntó con voz temblorosa el escudero adivinando la respuesta, y temiendo lo peor.

- No... - Dijo el Rey papa, grave y majestuoso- Hoy iremos al bosque de la noche –

- ¡Aaargh! –

- IREMOS A VER...-

- No, por favor, no, su alteza, no...-

AL PEPINO BRUJO!!-

- AAAAAAAH!!!!!! –

(Continuará)

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